domingo, 10 de mayo de 2009



Hace tiempo conocí a un tipo quien me contó que su tío era propietario de una cantina, y entre los muchos detalles que compartía con nosotros (me refiero a quienes trabajábamos en el mismo lugar) se encontraba el hecho de que la pornografía no era tan buen negocio, pues los parroquianos solían beber más despacio y en cambio incrementaban su consumo de botana, lo cual no resultaba rentable para la casa.

En cambio, comentaba, las películas de acción resultan excelentes para incrementar el consumo, pues por algún motivo, los clientes se toman la cerveza casi sin darse cuenta mientras en la pantalla "la película da cuenta de dos horas de balazos" o guamazos. Eran los años en que Chuck Norris, Clint Eastwood, y Charles Bronson hacían de las suyas como muchachos chichos.

Algo pareciera estar mal en la teoría, pues de un tiempo para acá se han puesto de moda los lugares donde chicas se quitan sabrosa, y repetidamente la ropa mientras la golosa concurrencia se despacha con la bebida en cantidades realmente industriales.

Fue en uno de esos sanos centros de diversión familiar donde me llegó la certeza de que el mejor baile de tubo de la historia (en el que, por cierto, no hay ni tubo ni desnudo) es el de Jamie Lee Curtis en la Película "Mentiras verdaderas". Resulta que mientras en torno a una mesa de cabare', alegremente departían unos profes bohemios, en las pasarelas de aquel antro dos o tres chicas de buen ver y mejor tocar se quitaban rítmicamente la ropa al compás de alguna melodía de moda. En los monitores del lugar se proyectaba la mencionada película y, cuando inició la escena de marras, no quedó ni siquiera un solo ojito para apreciar las contorsiones de las bailarinas reales, pues todas las miradas se concentraron en el monitor más cercano para ver las evoluciones de la hija de Tony Curtis.

En ese momento me acordé de Chuy (no recuerdo sus apellidos) y su explicación, pues ni un solo vaso o botella fue bebido durante los poco más de dos minutos que dura el baile. "No es la pornografía, entonces" pensé, "es la fantasía". Mientras en los tubos las desnudistas se desvivían por recuperar nuestra atención, enfatizando el carácter accesible de su carne, decenas de ojos y conciencias desdeñaban ese instante de realidad a cambio de embeberse en una larga cadena de infructuosas y canchondonas fantasías.

Y aquí está el cuerpo del delito.




¡Ah! Me acordé de todo esto porque me encontré una foto donde los protagonistas de la peli se volvieron a encontrar después de tantos años, y se saludaron con "un beso de esos".

2 comentarios:

  1. Me acordé de una investigación de sexualidad humana que revisamos en la facultad. Encontraron que ver la ropa interior genera más excitación que ver un traje de baño, aunque este último fuera más pequeño, revelador y “sexy”.
    Todo está en la mente.

    Saludos.

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  2. Porque la ropa interior, aunque sea "matapasiones", representa una puerta hacia lo prohibido y, tú sabes, nada es más atractivo que lo prohibido... pregúntale a Adán.

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