miércoles, 30 de julio de 2008

Terminé otro bloque. Lo mandé. El tiempo apremia.

Pero tenía el pendiente de escribir este texto para responder preguntas que le quitan el sueño a una desvelada. Perdonando lo breve de las respuestas; mejor de esta manera que dejarlas guardadas.

Primero el recuento de los daños: el viernes pasado concluyeron los exámenes profesionales de mis alumnos, y debo asumir que la experiencia global no me dejó un buen sabor de boca. Hay demasiados vicios, creencias y rituales de por medio. El grado final se encuentra revestido de una gran cantidad de supersticiones sobre "lo que debe ser", y no parece que haya ni voluntad ni talento suficiente para transformar las cosas. Algunos exámenes fueron una tortura para mí y para mis alumnos. En el de Rubén, por ejemplo, Martha actuó con toda la inquina y mala leche que le fue posible; y ahí seguirá, perpetuando sus prácticas de agresión (imagínate, retó a Rubén porque se "atrevió" a proporcionarles a los alumnos "El principio del placer", porque, dijo, es una obra inmoral y llena de obscenidades, poco adecuada para los adolescentes). Y en otro examen, donde fui de secretario, Gilberto me exhibió frente al alumno sustentante porque cometí un error al hacer un comentario (que no era evaluación ni descalificación de mi parte: simple desacuerdo). Y eso que poco antes, en otro examen donde estuvimos juntos, yo le acababa de decir a una alumna que no se valía hablar mal de los colegas ni exhibirlos. En fin.

Luego, a partir del viernes, fue un estado de sitio total en que me dediqué a escribir y escribir. De repente me sentía como dentro de uno de esos sueños febriles donde ves el final del camino, pero caminas y caminas, y aún así no llegas. Y es que cuando yo pensaba que estaba a punto de terminar, identificaba un nuevo hueco o una nueva complejidad. Finalmente terminé el bimestre ayer por la noche y lo mandé. Hace rato me habló Roger para decirme que lleva errores y "algunos detalles". Ni modo, que el editor haga su chamba, si no de qué se trata. Por lo pronto ya estoy con lo que sigue. Tengo hasta el domingo (yo me doy hasta el lunes, pero queda entre nosotros) para terminar un bloque entero; y sí lo puedo hacer. El problema lo voy a tener con el 5, que se me va a empalmar con el regreso al trabajo. Ya te contaré cómo me fue con eso.

Hoy estuve en la ENS porque me enteré de que a los aspirantes a asesores para el próximo ciclo escolar los están examinando con la elaboración de un ensayo, y estaba muy interesado porque es algo que yo he peleado mucho, que los asesores deben ser capaces de redactar un texto claro y coherente, de preferencia bien sustentado (luego te contaré el triste caso de una investigación sustentada en revistas de divulgación que se publicó en la revista de la escuela de graduados), antes de exigirles a los estudiantes que hagan un ensayote. Hasta lo que vi hoy, esto tiene la pinta de ser un acto más de gesticulación. Estaré al pendiente para ver qué tan seria es la cosa. Y para que no digas que nada más critico y no propongo: antes de terminar el ciclo anterior le ofrecí a la directora que yo estoy dispuesto a impartir un taller de tipología y características textuales a los asesores (de redacción no, porque enseñar a redactar es enseñar a pensar, y hay trabajos que no me interesa abordar); hasta ahora no me han tomado la palabra. Por si tienes dudas, sí soy experto en el tema, y es algo que ya he hecho más de una vez fuera del salón de clases.

Y ahora, mi querida desvelada, si el desvelo te ha dado para llegar hasta este punto, voy a develarte algunos misterios. En primer lugar debo aclararte que no todos mis amigos de la normal pueden ser catalogados como enemigos de la administración o como simples inconformes. Resulta que lo que los define no es la postura crítica sino la formación intelectual. Hace tiempo alguien comentaba que integramos un círculo muy cerrado, y en cierta manera es cierto: todos tenemos el hábito de la lectura, y no sólo de textos literarios, sino de filosofía, sociología, lingüística, pedagogía, etc.

La cultura, mi querida niña, nos hace críticos. Solía decirme Rogelio que mientras más profunda es tu formación más intolerante te vuelves ante la pendejez ajena: estoy de acuerdo.

Aún así, algunos de mis amigos comulgan con una u otra forma de ver las cosas en la Normal, y no hay problema. Somos colegas, amigos y un grupo de personas capaces de entablar un diálogo en el que algunas veces tenemos la razón y otras no. Eso es algo que sólo es posible en nuestro círculo, porque fuera de él, tener o no la razón está relacionado con criterios que poco tienen que ver con la razón.

Y si trabajamos ahí es por muchas causas:

Una: la Normal no siempre ha estado en tan malas condiciones como ahora. Hubo un tiempo en que las diferencias se respetaban; la saña destructora con que se ejerce actualmente el poder es un invento relativamente nuevo. Justamente me he dado a la tarea en los último años de llevar un registro de acontecimientos y sus consecuencias que, cuando sea oportuno y menos peligroso para mi salud, se convertirá en una interesante crónica que, espero, nos ayudará a evitar que se cometan los mismos errores y excesos en el futuro.

Dos: la Normal no les pertenece. Así lo creen. De hecho actúan como una dinastía que tuviera derecho de sangre al control -y a su lana-, pero es una falsa percepción que se ha fortalecido por la poca atención que las autoridades educativas nos conceden. Al gobernador lo único que le interesa de nosotros es que no salgamos a bloquear Venustiano Carranza. En todo caso, la Normal nos pertenece a todos por igual, maestros y alumnos. Que actualmente algunos estemos marginados de la toma de decisiones (o afectados por) no hace mala a la Normal. La Institución es más grande que las personas, y a eso le apostamos.

Tres: Además de ser una comunidad culta, otra cosa que nos distingue es que somos personas que amamos profundamente nuestro trabajo (y si fuiste mi alumna deberías recordarlo), y tratamos de transmitir esa pasión a nuestros alumnos.

En cuanto a tu referencia al "disque" (debe ser: dizque)huracán, donde implicas que mi comentario es exagerado, e incluso mal intencionado, déjame te cuento lo siguiente. El viernes 25 leí una nota donde se mencionaba que el tesorero, Luis Dondé, estaba muy molesto con Jorge Camacho, Director de Protección Civil, por haber decretado la alerta en el estado, lo que obligó a su dependencia a dar la tarde y el día siguiente (miércoles y jueves) a sus empleados, con lo que se perdió mucho dinero en recaudaciones, dado que el mentado huracán nunca llegó.

Lo que no sabía el C.P. Dondé cuando hizo su desafortunado comentario, es que no se trató de una ocurrencia del buen Camacho, sino de la aplicación de una serie de protocolos nacionales de seguridad que se han construido a partir de las experiencias desastrosas que ha tenido nuestro país. Los huracanes no tienen compromisos ni honor, son de trayectoria impredecible; lo más que se puede hacer es marcar una serie de rutas posibles a partir de las condiciones observables. Cuando Jorge Camacho decretó la alerta naranja, lo hizo respaldando la alerta de aproximación decretada por el Consejo Nacional para la Prevención de Desastres, cuyos protocolos incluyen la suspensión de clases y de actividades en las oficinas de gobierno. De hecho, la alerta naranja se retiró el jueves en la tarde-noche, y la masa de agua (que ya no huracán) pasó a unas decenas de kilómetros al norte de la mancha urbana.

Ahí llegamos al punto que nos interesa. Las escuelas de la región no actuaron de buena fe al suspender clases: aplicaron los protocolos de seguridad. Que no haya llegado el huracán es un evento afortunado que no se podía predecir. Las autoridades de la Normal no tenían a las tres de la tarde, hora en que se retiran los alumnos y tiempo límite para anunciar la suspensión de labores para el día siguiente, ninguna información fidedigna que les apoyara en la decisión de no suspender. Con todo y la formación científica de quienes integran la administración, se la jugaron a un volado; a un irracional acto de fe ("No creo que llegue"). Que los hechos les hayan dado la razón no disminuye el peso de su fallo.

¿Ves? las cosas no son tan simples.

Y no eches en saco roto tus ganas de leer y de escribir. No duele y es muy productivo, intelectualmente hablando.

Que tengas dulces sueños.

miércoles, 23 de julio de 2008

Ante la inminente llegada de las aguas arrastradas por el huracán Dolly, instituciones educativas como el ITESM y la UR, entre muchas otras, han decidido suspender las clases y lo han anunciado desde hoy, para evitar que sus alumnos salgan el día de mañana. Algo similar han hecho oficinas de gobierno y algunas empresas.

En la Escuela Normal Superior "Profr. Moisés Sáenz Garza" del Estado de Nuevo León, en cambio, en uno de esos incomprensibles actos de soberbia (o de profunda incompetencia y estupidez) anuncian rimbombantemente que las actividades se mantienen igual que siempre, que no hay motivos reales para suspender.

Es verdad. Ya en otras ocasiones el gobierno ha decretado una alerta, con sus medidas precautorias incluidas, que a final de cuentas no habrían sido necesarias... claro, de haber tenido facultades adivinatorias. Pero parece que alguien en la ENSMSG sí tiene esas facultades y puede anticipar que no lloverá, que no habrá riesgos, y que el resto del mundo son unos alarmistas.

Lo cierto es que además de un profundo desprecio por la seguridad de alumnos y trabajadores, lo que están evidenciando las autoridades de la escuela es la terrible mezquindad que les ha servido de motor durante los últimos años: "les vamos a dar un diploma, que se lo ganen", "que no crean que el trabajo es de gratis", "si no tienen alumnos que vengan a una junta, para que no crean que se pueden tomar el día", "aunque sean trabajadores, que paguen, no tenemos por qué regalarles nada, luego no lo aprecian", etc., etc.

Pinches aspiracionistas patronales, pero con los dineros ajenos. Claro que si en la mañana está lloviendo fuerte, dirán a los trabajadores y alumnos que hayan llegado que mejor se devuelvan, que Protección Civil dio la orden de cerrar la escuela, y que se jodan si tienen que atravesar la ciudad inundada, pero ahí no se pueden quedar...

Finalmente, espero que tengan razón y que no ocurra nada porque, ¿sabes?, si acaeciera una tragedia, seguramente sería a un inocente; y no quiero que eso pase.
Ya llevo tres exámenes pasados a partir del lunes. Primero fue Teresita, que hizo una presentación aceptable y que respondió de manera también aceptable a las preguntas de Gloria y de Carmen, que integraron el jurado junto conmigo; la aprobamos por unanimidad. Después siguió Liz, que hizo una excelente presentación y una defensa apasionada de su punto de vista, por lo que nos impresionó lo suficiente como para otorgarle la unanimidad y la felicitación. Me gustaron mucho las preguntas de Gloria; se nota que está bien compenetrada con el sentido formativo de la institución, la carrera, el último año, el documento y el examen profesional. De Carmen no puedo quejarme, pues hizo preguntas precisas y reflexivas, aunque me parece que abusó un poco de las preguntas conceptuales ("qué es", "qué significa", etc.), lo cual -pienso- está fuera de lugar.

Ayer presentó Cristina. Su presentación del tema fue mala, porque la bruta se aprendió de memoria el guión y lo estuvo recitando, además de llevar unas diapositivas con errores que se suponía que ya había corregido. Lo bueno fue que en su interrogatorio recuperó un poco la compostura y le alcanzó para aprobar el examen. Ahí estuvieron en el jurado Gilberto y Martha mi exalumna que no me puede ver. El interrogatorio de Gil fue bueno, reflexivo, yo diría "escarbante", que obligó a la flaca a hacer un ejercicio de instrospección al que no está acostumbrada. Martha no fue más allá de las formas; todas sus preguntas y observaciones giraban en torno al documento, su formato y su contenido. Lo malo es la intención con que se estaba moviendo: estaba tratando de encontrar o provocar el error en vez de la reflexión.

El problema es que ella es una de las muchas personas atrapadas en el dogmatismo del documento como equivalente a una tesis, y creen (de verdad creen, no es por mala intención)que ese documento representa la síntesis de la carrera, sin darse cuenta de que la verdadera riqueza se encuentra en la experiencia docente. Ni hablar. Cris aprobó, pero el examen no me dejó un buen sabor de boca.

También estuve con un alumno de Gil, Inti, que hizo una presentación muy buena y una muy buena defensa. Me gustó. Incluso me gustó la actitud de Martha que en este segundo examen demostró que puede ser mas reflexiva. Inti habría alcanzado la felicitación de no haber traído un promedio tan bajo; digo, tampoco es como que sea más fácil encontrar plaza porque traes una mención honorífica en tu acta, pero supongo que les estimula de alguna manera.

jueves, 17 de julio de 2008

Probablemente no puedo rellenar el espacio perdido. Es decir: después de tanto tiempo sin escribir, está cabrón para hacer una crónica retrospectiva. Además, han pasado tantas cosas (la mayoría de ellas de mínima trascendencia) que no se me ocurre práctico registrarlas todas.

Si te diré, por ejemplo, que de la última vez que te escribí hasta hoy, terminé con el curso que estuve impartiendo en Linares por seis meses, y ha sido una gran descarga el dejar de salir cada sábado en la madrugada para llegar a tiempo; además de que siempre me resulta un tanto frustrante trabajar con maestros, porque acuden a los cursos con esa actitud de derrota que se ha vuelto tan característica en el gremio ("otra vez lo mismo", "esto no sirve para nada", "nada va a cambiar", y cientos de frases por el estilo). Tal vez por eso me da tanto gusto ver que a final del curso hubo algunas transformaciones evidentes en al actitud de algunos y en la aptitud de otros.

También hay casos perdidos. Tuve un alumno-maestro que muy seguido se salía del curso porque se iba a atender unos juegos de futbol, y eso era lo realmente importante para él; por supuesto que su nivel de participación y de reflexión es lamentable: para él, inscribirse en el curso fue un mero trámite, y seguramente recibirá una constancia de que asistió (no, yo no cubrí ninguna función administrativa, yo sólo impartí el curso), pero poco habrá servido para él y para sus futuros alumnos.

Por esos días también terminé con mi curso de la Normal. Mis alumnos concluyeron y entregaron sus documentos recepcionales. Ellos trabajaron bien y aprendieron lo que tenían que aprender durante este último ciclo. Vamos a ver que dicen los jurados, último obstáculo que tienen que librar mis ex-alumnas antes de poder sentirse libres de la ENS. Porque sigue bien contaminada la situación: las fetichizaciones en torno al documento recepcional y el examen profesional les han convertido en cúspide y síntesis de un proceso formativo cuyas bondades y eficiencia se manifiestan en estos dos últimos productos... al menos así ocurre en el imaginario institucional. Al final de cuentas seguimos metidos en una dinámica que no es capaz de discernir lo fundamental de lo accesorio.

Cerré el año en la secundaria, pero no lo cerré del todo, porque dejé asuntos pendientes como la entrega de planificaciones; así que no es una tarea concluida. Ahora, lo que me tiene absorbido es el trabajo autoral. Escribir, escribir, escribir. A Oscar le da mucha risa que esté haciendo de negro; en realidad no: soy coautor y, si todo funciona bien, cobraré buenas regalías. El problema es terminar los libros. Por lo pronto tengo un mes para concluir el 80% del trabajo. Sí termino; pero no deja de ser tensionante.

Mi hijo mayor acreditó su examen para entrar a la preparatoria en el programa internacional, y parece que va a ser una experiencia interesante. Por cierto, ayer fui a la junta informativa para padres, y me encontré a Memo Berrones dando clases de español ahí. Sólo para la reflexión: la subdirectora del bachillerato (una mujer afabilísima, inteligente y muy entusiasta) afirmó que pocos maestros aceptan trabajar ahí, porque son sometidos a evaluaciones externas internacionales; no más comentarios. Lo que sí quiero destacar es que se mencionó que el puntaje mínimo (en el examen de selección) para aceptar alumnos al bachillerato en esa escuela (no sólo en el internacional: en la escuela) fue de 85 puntos. Ayer me di una vuelta por la normal, y me di cuenta de que se están aceptando aspirantes ¡con 30 puntos! Tú dirás.

El lunes comienzan los exámenes de mis alumnas y mi alumno. Por si a alguien le interesa, subí los videos de sus presentaciones a la siguiente dirección
http://mx.video.yahoo.com/mypage/video?s=693519
El sonido no es muy bueno, pero al menos pueden ver lo que les menciono acerca de que, pienso yo, tienen una idea bastante clara de lo que es la reflexión sobre la acción en educación.

A ver si mañana o pasado le sigo. Aunque en estos días no tengo mucho que contar: estoy sentado y escribiendo... y corrigiendo.