lunes, 28 de enero de 2013

La parte más difícil de trabajar con adolescentes en secundaria es lograr mantener la atención y el orden de un grupo formado por (fundamentalmente) sacos masivos de hormonas. Y no me refiero sólo a la parte sexual, sino a la impostergable necesidad de moverse, saltar y hacer ruido que tiene cada uno de los pequeños gamberros y gamberras que integran cada grupo.

Hoy tuve una experiencia frustrante: trabajé el mismo tema en tres grupos, y en dos de ellos tuve una buena recepción que, por supuesto, me motivó a dar más elementos de interés a la clase. Se trataba de una contextualización para la lectura de textos literarios del Renacimiento, donde incluí explicaciones de mi parte, lectura de pasajes de narraciones que describen las distintas épocas, y cuestionamientos sobre lo que han aprendido sobre la Edad Media y el Renacimiento en la clase de Historia. En dos de los grupos todo funcionó bien, pero en el segundo que atendí, la respuesta fue completamente negativa: caras de fastidio, distracciones, el cuestionamiento reiterativo de "¿y eso qué tiene que ver con español?". Claro que lo expliqué hasta tres veces, pero a la cuarta, me quedó claro que se trataba de un acto de rechazo. Terminé acelerando la explicación y asignando una tarea "de español".

Claro que estoy haciendo mi trabajo, pero no deja de ser frustrante darte cuenta de que muchas de las circunstancias se te escapan, con mucho, al margen de tus intenciones y de tu preparación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario