Pues resulta que ni estaba muerto ni estaba de parranda; digamos, como gustaba decir a Facundo Cabral, que me la he pasado un tanto distraído.
He iniciado un proceso personal de regeneración que, necesariamente, incluye rescatar los deseos de escribir y compartir; lo que, de hecho, estoy haciendo. No sé si nosotros, pero al menos yo, el de entonces, no soy el mismo.
Y no pretendo serlo.
Así que, si me tienes paciencia, por aquí me tendras compartiendo.
No a diario, pero más seguido que hasta ahora, seguro que sí.
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