viernes, 13 de junio de 2008

Jo'ér

Nada resulta simple últimamente. Es viernes por la noche y tuve que pedir una prórroga a mi editora para mi primer entrega del libro de español que estoy escribiendo en equipo yo solo. Porque resulta que la gente que me ayuda no tiene tiempo para ayudarme y yo, que de entrada no tenía tiempo cuando me metí en esto, estoy teniendo que mover un montón de cosas para salir adelante. Tengo, sin embargo, dos claridades: voy a sacar adelante este compromiso, y voy a reorganizar mis prioridades en esta vida.

Por lo pronto, hoy no asistí a la secundaria, y no me preocupa tanto, porque ya entregué resultados de tercero para el quinto bimestre. De segundo, artísticas, no he entregado pero pienso hacerlo el lunes; y que se le hinche la nariz a mi subdirectora, pero tengo otras urgencias que atender. De hecho, lo que avancé el día de hoy me quedó chulo, chulo.

Acabo de tomar la decisión de no ir mañana a Linares, y será la primera vez que falte en 17 sábados. Tampoco es que me sienta muy culpable: cuando empezó eso del diplomado me ofrecieron, para convencerme, las nalgas y las tetas de la virgen; lo único que he conseguido es una puta drag queen tratando de darme apordondesepueda. Y lo digo porque en todo este tiempo no he recibido un quinto de viáticos y apenas se me ha dado menos de la mitad de los gastos de gasolina, y la agarradísima encargada de los dineros todavía se me pone en plan de que yo no estoy haciendo las cosas como se debe (hablo del CECAM, no de la ENS).

El gusto que me queda de esta semana es que mis niñas de octavo están haciendo un trabajo conceptualmente muy superior a lo que mi muy decaída Alma Mater acostumbra. Sus trabajos son complejísimos y profundamente reflexivos, aunque hasta ahora ha resultado evidente la falta de lectores para ese tipo de trabajos. Tampoco es que sean perfectos: tienen una ortografía y una sintaxis para tirar a la basura, pero para eso existen fracasados en este mundo que lo único que saben hacer es corregir la ortografía.

Precisamente ayer, jueves, una de mis niñas, Deya, hizo una presentación que me hizo estremecer hasta el tuetanito. Y no es que se haya puesto emotiva o sensacionalista; al contrario, fue clara y profesional; tanto que me hizo sentir hinchado de orgullo y satisfacción. Vaya, que hasta las lágrimas me arrancó. Lo único malo es que después llegó mi muy querida y contaminada Glo a decirme lo mal que estoy haciendo las cosas y lo muy probable que es que mis alumnas salgan mal, y ahí me mandó al diablo toda la satisfacción para llenarme de enojo por la existencia de esa pinche dinámica escolar que todo lo sume en la mediocridad y en la autodestrucción. Y no me hago güey: todo este desmadre lo han construido Eva, Lety y el chaparro (aunque este último más por omisión que por acción).

Otra cosa es que mi ñoño consentido, el único varón, anda de capa caída porque tuvo un par de fallecimientos consecutivos en familia, y eso, quieras que no, pegó en el ánimo del grupo.

Me acuerdo tanto de Franz en "La insoportable...". Quien pudiera blandir la escoba de Hércules... quién tuviera la fortuna de ver llegar el rabo de nube al que le cantó Silvio.

1 comentario:

  1. Hola:

    me han gustado tus nuevas ventanas, como siempre, un gusto leerte.

    saludos cordiales, desde algun lugar de monterrancho de cuyo nombre no me quiero acordar.

    Gabriela.

    ResponderEliminar